como cada primer sábado de mes y por sexto mes consecutivo hoy toca algunas ideas. por alguna razón sobre la que aún no he reflexionado esta serie de cartas se ha convertido en mi favorita. supongo que en parte es por la falsa sensación de seguridad que da enfrentarse al folio en blanco con un título ya definido. y en parte también por el alivio de tensión que da un formato que no demanda más que unas cuantas líneas de pensamiento por idea vomitada. en cualquier caso: allá vamos.
el triunfo está a la vuelta de la esquina
¿sabes esos post sobre personas influyentes que alcanzaron el éxito pasados los 30 años? seguro que has oído la historia de harrison ford, que era carpintero antes de que lo fichara george lucas. o la de j.k. rowling, que escribió su best seller multimillonario en servilletas de papel en una cafetería porque no podía pagar la calefacción.
últimamente me salen por todas partes. de alguna manera el algoritmo ha detectado que algo entre mi sentido de trascendencia y yo no está bien, y me manda un montón de mensajes incansables que gritan: ¡no te rindas!, ¡el triunfo está a la vuelta de la esquina!, ¡la edad no es más que un número!
sinceramente, y sin poner en duda la anécdota de las servilletas de papel - el tiempo sí pasa, la edad sí importa y no todos tenemos las mismas oportunidades. ni siquiera tengo claro qué es para mi tener una vida plena, ni si llegaría a sentirla como tal en caso de poder tachar todas las casillas que se me ocurre dibujar para medirlo.
así que este es mi activismo de hoy: dejadnos en paz. no nos importa si amancio ortega abrió su primera tienda de ropa a los 49 años o si morgan freeman recibió su primera nominación a los 50.
es bien sabido que una de las enfermedades de nuestra generación es la gestión de expectativas, y hoy solo quiero pedir que nos dejéis sanarla: que cuando cumplamos 30 años y nos empecemos a relajar y dar todo por perdido (porque no hemos comprado una casa, no nos hemos casado, no hemos tenido hijos, no hemos abierto un negocio, no hemos ganado un óscar, no hemos escrito un libro, o nuestras carreras no nos han hecho ricos), nos dejéis hacerlo sin culpa ni insatisfacción.
que cuando hayamos conseguido conformarnos con echar la euromillón porque imagínate que toca, os sintáis orgullosos de nosotros por haber aprendido a vivir plenamente nuestra mediocridad.

por qué no hice esa pregunta mucho antes
Luego me haré mayor de verdad y haré un viaje a Francia con mi padre. En el tren se lo diré, le diré que eso que hicieron no me gustó nada, que yo era muy pequeña para que me dejaran ahí tres años con mi tía. Y que aunque ella me trató muy bien yo sufría mucho. Y me mira. Y en este vagoncito de tren que nos va a llevar a Francia después de tantos años sin ir, y con sus piernas que empiezan a no avanzar en los andenes, me mira y me dice: Ah, hija, no fueron tres años, estuviste ahí seis meses y nosotros también sufrimos mucho pero tus ojos eran lo más importante en el mundo.
Y me pregunto por qué no hice esa pregunta mucho antes.
Detrás y delante de los puentes, Esmeralda Berbel
hace unas semanas escribí sobre los recuerdos que guardo de mi primer diagnóstico por ansiedad. mi madre, que de alguna manera (y como diría vivian gornick) se ha convertido en la depositaria de mi infancia, me explicó con paciencia que las cosas no sucedieron tal y como yo las recuerdo: que fueron dos episodios y no uno, que tuvieron un origen claro y razonable, y que fueron seguidos de un tratamiento supervisado.
yo ya tenía claro que gran parte de mis recuerdos eran o bien fabricados o bien aderezados - nunca he tenido buena memoria, pero todos necesitamos de una narrativa sobre la que sostener y conducir nuestra propia historia.
lo que me cuesta es entender por qué no hice esa pregunta mucho antes. y lo que me abruma es pensar en todas las que me quedan por hacer. en todo el sufrimiento innecesario al que me estoy sometiendo. ¿cuál es el miedo último?, ¿a qué está anclada su raíz?, ¿con qué inconsciencias la nutro?
lo especiales que son allí las siestas
he escrito en otras ocasiones sobre la casa de mi madre, sobre su olor a hogar y sobre cómo hacen crecer las plantas. hablo de casa en singular, pero lo cierto es que hemos habitado varios espacios y en todos se replica la magia.
otra de las cosas que me fascina de la casa de mi madre es lo especiales que son allí las siestas. me acurruco en el sofá, me echo una manta por encima sea invierno o verano, mi cuerpo se relaja, anida y se duerme. todo está en silencio, nada amenaza la paz. da igual la hora del día, la luz que entre por las ventanas, lo que estén poniendo en la televisión. es inmediato e inescapable.
normalmente van precedidas de una buena comida y seguidas de un café calentito y cuatro onzas de chocolate milka. a lo mejor ese es el verdadero truco.
Es cierto Carlota, a veces nos agobiamos mucho por los estándares y comparaciones con otras personas. Cada uno es como es, con sus tiempos y sueños. Con sus historias y gustos. Solo destaco que si uno quiere conseguir algo, una meta que se ha propuesto debe tener en cuenta que necesitará mucha paciencia y que tendrá que poner mucho esfuerzo en hacerlo lo mejor posible. Añadir humildad y agradecimiento a la receta☺️.
Un abrazo!
Precioso Carlota, me ha encantado. Vivo las siestas de la misma forma en casa de mi suegra, allí todo está en calma y hay un espacio en el nido para que pueda dormirme tranquila y protegida que en mi propia casa casi no consigo. Y respecto a los 30 y be happy sin esa realidad de unicornios... he estado reflexionándolo mucho estos días y estoy contigo. La vida ya de por si es maravillosa y se compone de las pequeñas cosas como conocernos y compartir corazones, no de los millones del banco, la hipoteca y los ritmos que nos marcan ❤️🩹