llevo aproximadamente 20 minutos despierta y ya he: leído dos newsletters, pagado un bizum a mi amiga marta por las cervezas de ayer, limpiado las notificaciones de email, whatsapp, instagram, substack, tiktok y slack. todo, mientras canto de pe a pa la banda sonora del rey león en mi cabeza.
en el mismo segundo en que mi cerebro se da cuenta de que estamos despiertas, quizá unos segundos antes, empieza la retahíla mental de todas esas cosas que van a ocurrir hoy y todas esas otras que tengo que hacer inmediatamente para que ocurran. y hoy es un domingo cualquiera, y esta es mi vida cada día.
desde que terminé el tratamiento con sertralina (y supongo que antes de haberlo empezado nunca, pero eso no lo recuerdo bien) mi cabeza funciona a diez mil revoluciones por segundo. es frenético y agotador, imparable, y me suele arrastrar a una madriguera oscura y obsesiva de investigación de posibles causas que expliquen de dónde viene todo esto, o por lo menos adónde va.
lo que quiero decir — o necesito decir, porque querer es un verbo que no debería implicar vergüenza — es que el otro día vi un vídeo en instagram de niños con altas capacidades hablando de su ruido mental y se me abrió el cielo.
lo primero que hice fue interrogar a mi madre, preguntarle a qué edad empecé a leer, si fui una niña precoz. ella me explicó que fui la encargada de leer el discurso de graduación de tercero de infantil porque lo hacía muy bien, pero que de superdotada nada: en el colegio nos hacían pruebas frecuentes para detectar este tipo de condiciones y nunca nos dieron tal diagnóstico.
entonces decidí que esa es sólo su opinión (la de los expertos que me hacían tests en el colegio, no la de mi madre). agarrada a un clavo ardiendo, me repetía a mí misma que no es fácil detectar estas cosas en las niñas y que a lo mejor soy una de esas mujeres que descubren después de los 30 de forma tardía algo que pone en orden toda su experiencia vital.
entonces pasé al ataque y dediqué una mañana entera a hacer test online de inteligencia y superdotación recomendados por chatgpt. resulta, como ya había predicho mi madre, que no tengo altas capacidades: según el test raven estoy en un percentil 75, lo que significa que formo parte del grupo 2, y las mujeres de mi edad con altas capacidades pertenecen al grupo 1.
diagnóstico a la basura, junto con el otro par de decenas de diagnósticos que he ido descartando con los años, y vuelta a empezar. ahora sólo es cuestión de mover el hiperfoco unos centímetros a la derecha o a la izquierda, hacia cualquier otra explicación posible que me deje descansar toda esta ansiedad en un porqué.
me pregunto si no sería mejor dedicar mis esfuerzos a encontrar las herramientas para atravesar los picos cuando quiera que lleguen. no me malinterpretéis, eso también lo hago. llevo varios años en terapia, intento guardar una buena rutina de sueño, salir a pasear con nala, buscar momentos sin teléfono, pasar ratitos al sol y todas esas cosas que hay que hacer para vivir despacio en un mundo muy rápido. pero nunca es suficiente, y en el fondo sigue siempre latiendo una inquietud que no cesa.
ahora debo llevar despierta ya unos cuarenta minutos. estoy tirada en la cama y, además de todo lo anterior, también he escrito estas líneas. como se las estoy dictando al teclado del teléfono y tengo que hacerlo lento y en voz alta para que me entienda, parece que mi cabeza se ha ralentizado un poco durante un ratito.
aun así es como si funcionara siempre en varios niveles a la vez, eso es lo que siento. en el primer nivel estoy pensando en esto que quiero escribir. en el segundo estoy pensando las cosas rutinarias que voy a tener que hacer inmediatamente después (ducharme, prepararme un café, abrir las persianas, aspirar el suelo, vestirme, sacar a nala, poner una lavadora, hacer la compra online, revisar el pedido de wetaca, escribir a alejandro para ver cómo quedamos — no necesariamente en ese orden).
por debajo de todo eso, hay siempre un tercer nivel que juega un papel de banda sonora. siempre, siempre, siempre (!!!!) está sonando en mi cabeza una canción. no una en concreto, una cualquiera, va saltando de una a otra, aunque mi cerebro tiene sus favoritas. este es el nivel más frustrante y que más odio porque está encendido desde antes de estar totalmente despierta y hasta que pierdo la consciencia cuando me quedo dormida. y no tengo ningún tipo de control sobre él. y sí, ya he probado la meditación, la respiración consciente, a ponerme música clásica de fondo, y todo lo demás.
a veces pienso que este ruido mental es un intento de mi cabeza por controlar todo lo que pasa a mi alrededor y darme una falsa sensación de seguridad. otras veces pienso que lo que intenta el ruido es apagar otros pensamientos peores, más tristes o más peligrosos, como una pala que no deja de echar arena sobre una hoguera eterna.
no sé muy bien por qué estoy escribiendo esto, y mucho menos publicándolo. creo que con la esperanza de que alguien venga y me diga: oye, a mí me pasa lo mismo, tiene este nombre y esta solución. también porque quiero dejarlo documentado en algún lugar al que poder volver cuando me encuentre mejor, o peor, y comparar mi situación con cómo estaba antes.
intento aceptar que no hay fórmulas mágicas ni explicaciones concretas detrás de algunas de nuestras maneras de estar en el mundo. luego pienso que esto tiene que tener una explicación y que simplemente no he llegado a ella todavía, y me pregunto si algún día voy a llegar.
en cualquier caso, ya es hora de salir de la cama, ducharme, prepararme un café, abrir las persianas, aspirar el suelo, vestirme, sacar a nala, poner una lavadora, hacer la compra online, revisar el pedido de wetaca, escribir a alejandro para ver cómo quedamos — no necesariamente en ese orden.
hola, Carlota <3 te entiendo en el ruido mental del que hablas, yo noto que hay días en los que tengo muchas capas y acabo llorando y cuando alguien me pregunta "qué te pasa" no sé ni por dónde empezar. Este finde pasé tiempo sola, yendo lento, en casa, y ese tipo de días son los peores para mi cabecita irónicamente. Qué fuerte que la rutina, el estar ocho horas frente a un ordenador en una oficina, que tanto detesto me resulte un evasivo útil para ese ruido mental...te mando un abrazo fuerte
Carlota, en el libro Musicofília, Oliver Sacks habla sobre la banda sonora que algunas personas tenemos en la cabeza de fondo… te copio un resumen: “A través de fenómenos como la amusia (o incapacidad para sentir la música), la imaginería musical excesiva e incontrolable, las alucinaciones musicales, las melodías pegadizas que se repiten incesantemente en nuestra cabeza, o los “trastornos de destreza” que afectan a los músicos profesionales, Sacks elabora un extenso análisis de la identidad humana y de cómo la música, en un mundo donde resulta prácticamente imposible escapar de ella, es un factor clave para la creación de esa identidad, ya sea de una manera patógena o como un agente sumamente positivo a la hora de tratar enfermedades como el Parkinson, el síndrome de Tourette, el síndrome de Williams, la demencia, la afasia, la amnesia o el autismo. Para Sacks, todos los pacientes de estas enfermedades y muchas otras podrían reaccionar de manera intensa y específica a la música (y en ocasiones a poco más), por lo que ésta se revela como algo especialmente poderoso y con un gran valor terapéutico.”
La música casi siempre tiene un efecto positivo para la mente.
Un abrazo, no estás sola en este desvarío cerebral, demasiados estímulos para nuestro nivel evolutivo hace que nos agotemos. Pasa por disminuirlos para descansar
❤️