¿sabéis todo eso que escribimos cuando no estamos escribiendo? pues yo llevo alrededor de un año no escribiendo esta carta. lo sé porque he ido a spotify a buscar la fecha de publicación del episodio cuerpos distorsionados de ciberlocutorio. y lo sé porque recuerdo perfectamente probarme bikinis de shein para la temporada verano 2023 mientras lo escuchaba y lloraba sin consuelo.
me pregunto en qué momento somos conscientes por primera vez de que tenemos un cuerpo, de que habitamos una piel. o mejor dicho, cuándo nos damos cuenta de que ese cuerpo está sujeto a la mirada de los demás. o de que el otro tiene la capacidad de distorsionar la nuestra propia.
yo recuerdo mi momento. no con mucha exactitud, no como una anécdota puntual reveladora, sino más bien como una amalgama de pensamientos e imágenes e ideas que aparecían en mi cabeza cuando conectaba con mi corporalidad por cualquier motivo:
no había cumplido los diez años y ya sabía que era demasiado alta. lo sabía porque veía al resto de mis compañeras de colegio y me comparaba con ellas y aprendía de forma más o menos intuitiva que esa diferencia entre ellas y yo no era necesariamente positiva. entonces imaginaba una posible operación estética en la que un médico muy amable me cortaría unos centímetros de cada tibia y volvería a juntar las partes para que yo fuera un poco más bajita (y, pienso ahora pero no entonces, totalmente desproporcionada).
en la misma época sentía complejo por un lunar que tengo en el gemelo izquierdo. es un lunar perfectamente normal de color, de tamaño, de forma y de volumen. pero a mí me avergonzaba tenerlo, así que me aseguraba siempre de llevar los calcetines del uniforme muy bien subidos para cubrirlo.
siendo un poquito más mayor me empezaron a molestar además mi papada (para esto también tenía un registro de imágenes mentales bastante nítidas de lo que un doctor podría hacer por mí) y mi oreja izquierda (pequeñita y mona pero inoportunamente de soplillo, a diferencia de la derecha).
y por supuesto, cuando cumplí los quince me empezó a preocupar mi peso. al principio de manera inocente. luego entendí que cerrar la boca efectivamente adelgaza, así que en primero de bachillerato conseguí alcanzar el peso más bajo que he tenido, desde entonces y hasta ahora. me veía monísima.
a mis treinta y dos años estoy en el extremo opuesto: nunca he sido una persona flaca, pero he engordado unos cuantos kilos en el último par de años y, aunque me repito y me repito que no debería darle una importancia estética, lo cierto es que no me siento cómoda en mi talla.
claro que hoy soy más indulgente de lo que era en primero de bachillerato, y tengo una lista de motivos razonables por los que cualquiera (incluida yo misma) debería perdonarme la subida de peso - he perdido a mi hermano por un cáncer, he estado confinada por una pandemia mundial, he dejado de fumar, teletrabajo, tomo antidepresivos. y todo el mundo sabe que dejar de fumar engorda, ¿verdad?
además hoy, a diferencia de hace quince años, he aprendido a refugiarme también en el feminismo. a diferencia de hace quince años, entiendo que el valor de una mujer no está en su cuerpo. y a diferencia de hace quince años, me permito comprarme unos pantalones más grandes cuando los de la temporada pasada me aprietan.
el problema es que incluso así, con todas las listas y todas las referentes, no estoy a gusto con mi peso. peor aún, no estoy a gusto con no estar a gusto con mi peso. puedo notar la culpa como un nubarrón oscuro que avanza sobre mi cabeza, muy atento a cada despiste en que me cuestiono mi valía en función de mi grasa corporal, listo para soltar rayos, truenos y centellas y devolverme de un calambrazo al centro.
con esto quiero decir que sí, me como la chocolatina, pero puedo escuchar a la diablilla de mi hombro derecho, en una demostración un poco patética de su aprendizaje más primitivo, intentar echarme un cable: no pasa nada, hoy has ido a pilates. inmediatamente, el angelito del lado contrario saca todas sus pancartas de autocuidado y aceptación, y llama a la puerta en un esfuerzo hueco: recuerda que los alimentos no son buenos ni malos, y que puedes comer lo que quieras sin necesidad de compensar.
supongo que la pregunta que hay detrás de todo esto es la misma que se hacen andrea y anna en el ciberlocutorio: ¿qué ocurre cuando, a pesar de saberte la teoría, sigues haciendo zoom en tus caderas para maldecirte y borrar fotos?, ¿o justificando mentalmente cada caloría que ingieres?, ¿qué hacemos con el pecado?
puedo oír a los vaqueros de hace un par de años, los mismos que me obligaban a desabrochar el botón durante las sobremesas, reírse de mí desde el fondo del canapé de mi cama, donde decidí esconderlos sólo por si acaso, ya sabéis, por si un día me como una galletita de la suerte sin azúcares añadidos y al siguiente me levanto atrapada en el cuerpo de una adolescente como jaime lee curtis. se ríen de mí y de todo este discurso autocompasivo. y aún con esas no he sido capaz de deshacerme de ellos.
¿por qué?, ¿por qué no consigo aceptar que mi cuerpo ha cambiado y que lo más probable es que no vuelva a usar una 38? no quiero ser cínica: claro que podría cuidarme mejor, priorizar más mi salud física (ahora que parece que lo demás está volviendo a su sitio), hacer un esfuerzo consciente para sentirme fuerte y sana. pero ¿y si estéticamente no vuelve a ser lo que era?, ¿cómo me convenzo de lo que ya sé: que eso no es lo importante?
¿conseguiré mi propia aprobación?, ¿caminar hacia el mar sin meter tripa?, ¿volver a usar crop tops?, ¿sentarme en una terraza sin cruzar los brazos con gesto distraído por delante de la barriga?, ¿dejar de ver reels de ejercicios faciales para reducir papada?, ¿comprar bikinis de tiro bajo?
o lo que es más importante: ¿recuperaré mi propia mirada?, ¿o estoy condenada a observarme el resto de mi vida desde fuera, con unos ojos que no me pertenecen?
probablemente julio no sea el mejor momento del año para hacerse todas estas preguntas, recién estrenada la temporada del destape, en que se nos exige de todas las maneras posibles querernos a nosotras mismas, pisar fuerte en cualquier talla, no dudar de nuestra valía y, por supuesto, no dejar que el otro intuya ni un atisbo de inseguridad: ¿es que esta chica no tiene autoestima o qué?
el problema es que se nos pide a la vez ir depiladas pero parecer despreocupadas al respecto, estar morenas pero cuidar nuestra piel, hacer deporte pero no estar musculadas, adelgazar pero comernos el mundo a manos llenas, ir maquilladas pero sin que se note, ser femeninas pero no unas remilgadas. a mí personalmente se me acumula la tarea, y he llegado a un punto en que ya no sé distinguir entre las cosas que hago por mí y las que son una herencia de género.
sí, ya lo sé, el cuento de siempre. ese que hemos escuchado y repetido tantas veces que hasta a mí que lo estoy volviendo a soltar me empieza a sonar relamido y un poco carca. pero es que tengo la esperanza y la intuición de que de alguna manera va calando.
en cualquier caso, este no es un post para que me digáis lo estupenda que estoy en una 42. tampoco todo lo contrario, claro (a no ser que queráis verme en la prensa sensacionalista).
Si yo hiciera algún comentario, si dijera: «Me horroriza mi cuello», seguro que me responderían amablemente algo como «No sé de qué me hablas». Mentirían, claro, pero se lo perdono. Yo digo mentiras así a todas horas. […] Es peligroso, como todos sabemos, pronunciarse en estos casos. Porque si yo dijera: «Sí, sé perfectamente lo que quieres decir», mi amiga podría ir derecha a operarse los párpados, por ejemplo, y la cosa podría no salir bien, y mi amiga podría convertirse en una de esas personas que salen en la prensa sensacionalista por querellarse contra su cirujano plástico porque no puede volver a cerrar los ojos.
No me gusta mi cuello, Nora Ephron
tampoco es un post para alentar a nadie a quererse más, ni mejor, ni a aceptar su cuerpo tal y como es o, aún más complicado, como será. siendo sincera, ni siquiera tengo claro para qué es este post.
supongo que simplemente es una carta de reconocimiento al antiguo estilo coca-cola: para las gordas, para las flacas, para las altas, para las bajas, para las que han dado a luz y para las que no, para las que tienen dos piernas y para las que tienen una, para las que llevan mucho tiempo en el mundo y para las que acaban de llegar.
para todas: nos veo, y lo estamos haciendo bien.
No sabes cuántas veces al mes tengo que lidiar con gente que se permite hacerme notar que estoy 'demasiado flaca, que si no estaré enferma'. Y cómo estos comentarios me han minado lentamente hasta que empecé a mirarme al espejo con juicio y con asco por mi delgadez. Yo sé que podría hacer ejercicio y comer mejor, pero la gente también podría ahorrarse sus opiniones malignas y decirnos entre nosotros puros puros cumplidos y sería todo más fácil. Así que pa empezar, y pa llevar la contraria, yo estoy comprometida con hacer muchos cumplidos a la gente y recordarles lo hermosos que son. Y de alguna extraña manera, cuando lo hago, me siento mejor yo también.
Es una carga sentir que nunca vamos a llegar a ese punto perfecto dictado por la estética del momento (porque también va cambiando por épocas ves?) y al final creo que esto es un trabajo mental, todo reside en liberar la mirada y el cuerpo: dejar de verlo como un instrumento de atracción y de medidor de amor, sino como esa máquina poderosa que me tiene aquí respirando, que me permite disfrutar del chocolate con sus 5 sentidos, que me lleva caminando hasta el mar para que me refresque toda y que mis X kg que me componen se tuesten al sol y gocen orgullosos de estar vivos
*Te recomiendo leer cosas sobre activismo gordo porque esta gente nos está liberando un poco a todxs.
TODOS TODOS TODOS ESTAMOS EN ESTA!
GRACIAS POR ESTE POST ERES MUY VALIENTE!!!!
Es importante sentirse comoda dentro de nuestro cuerpo, mirarnos al espejo y vernos justo en el punto y con el aspecto que nos saca una sonrisa.
Pero hay un sobrepeso al que hay que prestarle mas atencion y empeño antes de ocuparnos de nuestros michelines , ese que yo identifico como obesidad emocional.
La ansiedad, y en ciertos momentos la depresion, me han acompañado a lo largo de toda mi vida y siempre las he vivido y definido como un sobrepeso emocional. he desarrollado mi personal " bulimia emocional ", alimentando e intentado"vomitar", alternativamente, todas esas emociones que me hacian sentirme mal, generalmente con malos resutados. Autovalorar mi fisico en esos momentos siempre fue un ejercicio de total autodestruccion.
En algunas ocasiones, con ayuda externa (quimica) he conseguido mirarme por dentro y encontrarme "en mi peso". Ha sido entonces cuando he podido afrontar con calma el espejo de cuerpo entero y verme con ojos de realidad . He podido decir, me sobran unos kilos, unas cuantas arrugas y un monton de complejos, pero puedo solucionarlo, hasta donde pueda, y sin lagrimas, sin prisa y sin ansiedad, ponerme a ello.
Al principio cuesta esfuerzo, hay que cambiar las rutinas y esperar a que lleguen los primeros exitos. A partir de ahi todo es más fácil, tu misma, tus logros van alimentando tu energia y tus ganas de seguir hasta llegar a la meta, que va a estar exactamente donde tu la pongas. No es un numero de kilos, ni unos centímetros, si no esa sonrisa y ese carrito de shein lleno de bikinis y tops con los que te encuentres "cañon".
La dificultad y el esfuerzo nunca fueron un obstaculo para ti. Recuerdo muy bien lo que le aconsejabas a Jaime de pequeño, cuando suspendia alguna asignatura porque no le gustaba y se aburria estudiandola.
Le decias que las asignaturas que menos nos gustan son justo las que mas hay que estudiar para quitartelas de encima a la primera y no tener que volver a estudiarlas una y otra vez hasta aprobar.
Un consejo muy sabio como tantos otros que le diste y que el no supo aprovechar mucho😂, pero bueno, era Jaime.....🦁❤️
Ponte a punto por dentro,que ya te queda poquito, y a continuación nos ponemos las dos manos a la obra con el resto, que a mi la jubilación me esta llenando pero también rellenando 😂.
En todo caso eres bellisimima, por dentro y por fuera, y te aseguro que hay un monton de gente que piensa lo mismo que yo, y no son tu madre.👸❤️