hoy es primer sábado de mes, lo que significa que tengo el honor de traer invitados a casa. esta vez le ha tocado el turno a mi prima paloma (seguidla en redes), artista multidisciplinar y compañera de vida.
siempre cuento la misma anécdota, pero me parece que es la que mejor define nuestra relación y me parece necesaria antes de entrar al barro - cuando mi hermano murió, paloma se cruzó la península en blablacar para acompañarme en el tanatorio y, cuando nos vimos, solo me abrazó y me dijo: eres mi hermana y nunca vas a estar sola.
paloma siempre ha sabido articular mis miedos antes que yo misma, así que la de hoy es una carta muy especial. gracias primita por abrirte de esta manera y enseñarnos solo un poco del caos y el arte que hay en esa azotea, te admiro.
Después de procrastinar por días, voy a entrar a la habitación compartida de entreoctubres desde este cuaderno tan vintage (*adjunto foto)
La verdad que pensaba que iba a ser más fácil, pero cuando la invitación de Carlota se hizo corpórea al ponerle una fecha, empezó la pesadilla. Por que ahí delante, en el calendario, hay un día específico, que es el 3 de febrero, donde mis palabras serán compartidas en el espacio público. Y eso significa que también tendrá que existir un día en el que escriba dicho texto que será sometido a exposición (probablemente la tarde anterior a última hora provocándole un pequeño cuadro de ansiedad a la prima, como exactamente está ocurriendo ahora mismo).
Son las 12PM hora Mexico, 7PM hora España. Carlota debe de estar tirándose de los pelos, atreviéndose a dudar de si cumpliré mi promesa. Pero no prima, yo nunca te dejaría en banda. Cumpliré con mi palabra y escribiré en tu Newsletter aunque sea una improvisación cargada de la crudeza que te da crear bajo presión. Así que siguiendo tus consejos, seguiré el hilo de mis pensamientos sin preguntarme a dónde van.
Me acuerdo que cuando éramos pequeñas nos mandábamos cartas, cartas físicas, como las de antes. Nos contábamos sobre el colegio de la una o de la otra. Ahora me puedo imaginar que estoy así, aquí, del otro lado del mundo, escribiéndote una carta. Quiero seguir hablándote del miedo que me dio tu invitación. Yo, que me la paso escribiendo mis sentipensares y relleno varios cuadernos por año, de repente, me quedé sin palabras. Tenía que elegir un tema, de tantos que me apasionan. Cual era el correcto? Mi reciente obsesión con los documentales de animales y su comparación con los humanos? Mi opinión sobre esta sociedad envenenada? La creatividad? La muerte? Formato novela o ensayo? Contar una anécdota? No sabía. Había tanto, que no sabía. Esta duda eterna me tuvo dando vueltas esperando que, llegado el momento, viniera este acompañado de una brillante idea. Y ahora que estoy viviendo ese temido instante, sentada en mi mesita con mantel rojo de lunares, parando la oreja a ver qué me tira la diosa de la creatividad... no está pasando nada. Simplemente estoy vomitando lo que mi cabeza canta, y tengo que aceptar que está bien. Tal vez de eso se trata siempre. Dejarse un poquito en paz. Darse el permiso de vaciarse en cada cosa que hacemos: conversaciones, abrazos, llantos, en un papel, en un blog que leerá una bola de extraños. Mostrarme así, en toda mi humanidad que es tan intima y compartida al mismo tiempo.
Ahora, cambiando de tema, quiero hacer una pequeña mención a un momento vital personal que seguro tú también viviste o vivirás. El lunes cumplo 30 años. Me siento como haciendo fila en una frontera donde alguien va a revisar (y yo voy a justificar) lo que hice con los últimos diez años de mi vida. Estoy contenta y preocupada. Contenta porque, la verdad, me quedó una década hermosa, llena de aventuras, de paisajes exóticos y miedos vencidos que merece un libro en sí misma (tal vez un día os la cuento). Preocupada, porque ahora estoy en un momento de luz, un momento culmine. Siento hasta angelitos cantándome en el oído ‘qué bien lo haces Paloma, qué bien’. Y no puedo acabar de regocijarme en este triunfo sin escuchar otra voz que me dice ‘y cuando todo se acabe, qué?’.
Muerte.
Muerte acechando.
Muerte acechando siempre.
La catástrofe inunda mi mente, toma prestado mi sistema nervioso, utiliza mi infinita imaginación para atormentarme. Y aquí ando con treinta tacos a la espalda combatiendo este viejo monstruo (que también viene de un dramón digno de telenovela que tal vez otro día os cuento).
No tengo muchas respuestas pero, para cerrar, voy a compartir algunas ideas que me ayudan a mí a lidiar con la muerte de cualquier tipo, porque en la vida, antes de la muerte definitiva, vivimos muertes en todo tipo de formas y dolores (acabé hablando de la muerte, me parto)
Por un lado, estoy buscando reconciliarme con ella y entender cuan cuan cuan parte de la vida es. Ahora la imagino como si fuera, en realidad, la guardiana de la vida. Es como un hada que se encarga de mover la energía vital de aquí para allá: algo pide nacer, por lo tanto algo debe morir. Es tan parte de la vida que es la misma vida moviéndose entre nosotros y a través de nosotros. No se si se entiende, pero a mi me tranquiliza esta idea. Ahora me imagino a ese hada trabajar y la observo y la dejo hacer. Y con lo que quita y lo que me da yo sigo mi camino, sin quejarme, confiando en ella, que entiende los misterios más misteriosos.
Por otro lado, apelando a un concepto muy mainstream, pero no por ello inútil: HAY QUE AGRADECER. En serio. Medicina pura. Cada cosa que nos hace felices y nos da calorcito al cora. Reconozcamonos, también, dueños de nuestra suerte, que construimos con cada decisión que tomamos. Claro que habrá tiempos peores, pero hay cosas que no me pueden quitar. Detalles que hacen de esta vida mía un viaje de placer: el olor de la cafetera italiana, el cigarrito al sol, la risa de alguien que amo, el viento, tomar agua con sed, la cola de un perrito, las patitas de un gatito, __________ (*adjunta aquí el tuyo)...
Y por último: siempre podremos compartir nuestras penas con el mundo, y el mundo nos abrazará de vuelta y nos aplaudirá por ser valientes, por atrevernos a salir del falso cascaron de individualidad.
Porque mis penas son las penas del mundo,
y cuando me comparto creo puentes que nos acercan.
Y eso es revolucionario.
No tengo idea cómo llegué a este espacio, pero estoy infinitamente agradecida por esta carta, fue preciosa 💗
Por supuesto te leo, hermana de otra madre, de otra patria y aún así más familiar que la cercanía de la sangre, te leo y me veo, te leo y me enorgullezco de tu crecimiento, te leo y me inspiró de tu valentía de atreverte a sentir con todo el cuerpo lo que sea que esté a la orden del día, te leo y mí piel chinita se paraliza al sentirte en ese cuarto conocido, escribiendo desde el corazón mientras mí cabeza me lo lee con tu acento español/mexa/argentino que tanto te representa. Te voy honro tu camino palomita, agradezco al misterioso universo por cruzarnos y por sentirte tan cerca sin importar donde estemos.
Gracias Carlota por estos espacios, ustedes dos juntas molan Mogollón!
Las admiro y abrazo con toda el alma 💓