la de hoy no es una carta corriente porque no llega en sábado y porque no la he escrito yo. esta semana he decidido compartir habitación con mi gran amiga asun: porque a ella le gusta escribir, porque a mi me gusta leerla y porque de alguna manera las dos lo necesitábamos.
espero que esta sea la primera de una serie de cartas donde ceder espacio a personas que admiro y que también tienen historias de vida, duelo y cotidianidad que compartir. y que os inspiren a vosotros tanto como a mi.
Abro una nueva pestaña en el navegador con el docs de Google. Cierro Instagram, Gmail, Twitter, Facebook -Dios mío, pero por qué sigo entrando en Facebook- y, una vez dispersas todas las distracciones, me enfrento a la hoja en blanco. Esta vez no me da miedo, porque Carlota, generosamente, me ha librado de cualquier tipo de presión, cediéndome su espacio, abriendo las puertas de su universo, acogiendo. No me sorprende, es su forma de ser. Aprovecho estas primeras líneas para darle las gracias por ser inspiración, impulso y hogar.
Antes de que mi teclado comience a traquetear, miro de reojo el reflejo que me devuelve un espejito que tengo junto al ordenador. ¿De qué mierda quiero escribir?, me pregunto mientras analizo mi cabeza. No hablo en sentido figurado, analizo mi cabeza cabello a cabello. Es una acción que me ayuda a concentrarme. Se me viene a la mente un comentario que me hizo G. criticando mis canas el otro día. ¿La gente no sabe ponerse un puntito en la boca? Es domingo y, por supuesto, hoy no me he peinado. Una gomilla recoge con desgana mis rizos. Entre la maraña oscura, asoman algunos manojos de canas. A simple vista no dirías que soy una persona canosa, pero a un metro de distancia ya puede apreciarse sin mucho esfuerzo, así que yo sí me lo considero. Empecé a verme las primeras a los 19, entonces, tres o cuatro canas me daban muchísima cancha para fardar. Soy una persona sufrida, madura, que va de vuelta, un alma vieja y libre, rebelde sin causa. Han pasado 10 años y solo me he teñido una vez. De negro Lola Flores. Fue como ponerme los cuernos a mí misma. No ha vuelto a haber más tintes en mi vida, sin embargo, sí han caído un par de baños de henna. Con el rollo de que es natural, lo compro en un herbolario, nutre y realmente no cubre del todo el color blanco, me lo permito. No me siento mal, lo recomiendo incluso a otras chicas canosas y ensalzo mi superioridad moral. Esto me recuerda al debate que estuvo muy de moda hace unos años sobre qué se considera infidelidad y qué no. Fue Manuel Jabois quien lo sacó a la palestra en una columna de opinión de El País, donde argumentaba que Hay más cuernos en un “buenas noches”. La henna es mi buenas noches.
¿Por qué estoy empleando la habitación propia de Carlota para hablar de canas y de Manuel Jabois?
No tenía ni la menor idea hasta hace unos minutos, pero por fin lo he descubierto: os estoy utilizando a todxs para dejar pruebas tangibles. Para dejar por escrito mi firme intención de dejar de ser una persona movida por la presión social. People pleaser, que dicen ahora y es mucho más corto. Son tantas las veces que la marea de la opinión ajena me ha arrastrado hasta lugares recónditos, que ya no estoy dispuesta a hacer más el extenuante camino de vuelta.
Hace 15 días se cumplieron tres años desde que mi padre falleció de forma repentina e inesperada. Eso significa que, a partir del 26 de noviembre de 2020, no he dejado ni un solo día de darle vueltas al concepto del recuerdo. Me obsesiona olvidar, no solo a él, sino a todos mis seres queridos, y me esfuerzo por recordar de forma consciente las cosas mientras están ocurriendo. Como en el cuento de Hansel y Gretel, me gusta pensar que estoy seleccionando pequeñas gemas preciosas, miguitas de pan, que siempre me van a servir para no estar perdida. También, como trabajo personal, me estoy esforzando en dejar un regusto bonito, agradable, en todos los que me hayan llegado a conocer, porque eso es lo que más me enorgullece a día de hoy de mi padre. Tuvo que morirse para que yo me diera cuenta, eso es una putada, pero la lección está aprendida.
Dice Carlota que sabes cuándo tu texto se está agotando y creo que lleva razón. Me ha encantado la idea de participar en este proyecto, porque admiro muchísimo la constancia de todos los que, semana a semana, os respaldáis, os sois fieles. Es una forma preciosa de dejar vuestra miguita de pan, de ser recordados. Os juro que tengo muchísimas otras ideas sobre las que escribir, y quizás en alguna otra ocasión pueda colarme de nuevo en esta madriguera para contaros milongas, pero hoy solo vine a decir que no me pienso volver a teñir.
Un abrazo,
Asun.
Qué honor 💙