hoy en día todo el mundo tiene un grupo de whatsapp donde es el único miembro, ¿no?
yo tengo dos: uno es sucio y feo, y suelo usarlo para pasar rápido fotos del móvil al ordenador o viceversa, y para apuntar cosas que se supone que no quiero olvidar pero que nunca vuelvo a revisar (como recomendaciones de documentales, productos de supermercado que necesito y que no se compran de forma habitual y listas de todo lo que no puedo olvidar meter en la maleta).
el otro lo intento mantener más bonito y ordenado. en él anoto ideas que me vienen a la cabeza y sobre las que quiero escribir más tarde, guardo fotos a pasajes de libros que me inspiran, y a veces también escribo rápidamente sobre algo que acaba de ocurrir y que me parece importante.
hace bastantes días que no me siento a escribir aquí. la semana pasada publiqué el primer post de una habitación compartida y la semana anterior uno que había dejado programado con bastantes días de antelación. así que para que no se me haga demasiado cuesta arriba, he recurrido a uno de esos grupos de whatsapp donde soy el único miembro (el bonito y ordenado claro, no el otro):
una de las pregunta que me llevo haciendo de forma recurrente los últimos diez años es cuándo nos hacemos adultos, y la conclusión a la que he llegado y que más me ha convencido hasta ahora es que nos hacemos adultos cuando dejamos recibir cuidados y tenemos que empezar a darlos.
esto puede ocurrir por muchos motivos y a muy diferentes edades, pero supongo que sobre todo cuando tienes que cuidar de tus padres (porque envejecen o enferman) o de ti mismo (porque ya no están).
creo que es esa sensación tan concreta de desamparo irreversible la que marca el inicio de la vida adulta, y en ningún caso el final de la vida universitaria, el principio de la vida laboral ni la independencia financiera o habitacional.
hay una anécdota de cuando yo era pequeña que me han contado muchas veces y que he decidido creer al pie de la letra, que dice que si alguien me preguntaba qué quería ser de mayor yo respondía que siempre hija. es un buen plan, ¿verdad?
queda claro que para mi ser siempre hija es sinónimo de no tener que entrar nunca en la edad adulta. por eso que mi madre me enseñara aquel archivador lleno de todas las cosas que algún día puedo necesitar porque nunca se sabe lo que puede pasar fue como asomarme de golpe a un montón de miedos que fingía que no tenía.
fue como el inicio de mi propio coming of age a los 31 (una película de terror, si me preguntan). ¿estoy preparada para la verdadera vida adulta?
Me he sentido muy identificada. Siempre pienso que una vez no estén mis padres, no tengo a nadie más, no tengo más familia y esa sensación de desamparo es muy familiar para mi. Cada vez que se van de viaje sale la conversación del “archivador verde”, eso y que recuerde que los billetes están pagados con la tarjeta de crédito para cobrar el seguro en caso de accidente. Es un vértigo y una sensación de soledad asfixiante. Ojalá ser siempre hijas y no tener que pensar en el “por si pasa algo”. De cualquier forma, cuando seamos adultas, siempre estaré aquí para darte la mano 💕
YO NO TENGO ESE GRUPO DEBERIA?