pues sí, vuelve a ser último sábado de mes, lo que significa que toca algunas ideas. pero ésta va a ser especial, porque además de la décima también va a ser la última entrega de la serie: tengo otros planes para entreoctubres a partir de mayo cuando el blog cumpla un año, y este formato está condenado (por mí) a desaparecer. así que hoy voy a traer aquí una selección de fragmentos de las nueve cartas anteriores, para despedirlas como se merece.
otras formas de amor
a mi y a mis amigos nos gusta hablar sobre esta cosa tan moderna de los lenguajes del amor, y jugamos a buscar formas concretas en las que nos sentimos queridos.
a mi amiga claudia, por ejemplo, le gusta que la lleven en coche. que la paseen, como dice siempre. da igual de dónde a dónde, y da igual por qué. lo importante es que hagan eso por ella, o por lo menos con ella.
a mi, por ejemplo, me gusta que me lean (o que me pongan tiktoks) antes de dormir. esa sensación de seguridad cuando te abandonas al sueño mientras el otro sigue despierto. cuando ya no hace falta estar alerta.
pero sin duda la forma definitiva de amor es que alguien que te quiere te lave el pelo. los amantes (como robert redford a meryl streep en memorias de áfrica), pero también las madres a los hijos (cuando eres pequeño y te cubren la frente con las manos para que no te entre agua en los ojos), y los hijos a las madres (cuando esas manos ya no tienen fuerzas para seguir cuidando).
los lugares comunes del duelo
me gusta leer sobre el duelo. no en un sentido abstracto y teorético sobre las cinco fases de kübler-ross, sino en un sentido concreto y compartido: me gusta leer a sara torres en lo que hay, a kate zambreno en mi libro madre, mi libro monstruo, a rosa montero en la ridícula idea de no volver a verte.
me gusta porque me reconforta encontrarme con ellas en los lugares comunes del duelo. me alivia saber que ellas han tenido los mismos pensamientos pequeños e insignificantes que yo. y me ayuda a entender la universalidad de las emociones y - a veces, cuando hay suerte - a separarme durante un segundo del ego.
Todo parece imaginario. Su prisa, los rituales fúnebres, hasta la misma muerte. […] Después sigo las pautas: varios minutos de viaje, silencio. Me dejo arrastrar hasta la sala que alquilamos para velar un féretro de madera tras una ventana de cristal. Empieza a llegar la gente […]. Dice ese señor algo así como que tengo que ser fuerte, ahora no es momento para llorar, tengo que guardar la compostura para no molestar al resto de mi familia. […]
No recordaré casi nada del funeral. Me preguntan si quiero leer algún texto […]. Pero ¿cómo voy a escribir algo así en un par de horas? Y sobre todo, ¿con qué entereza voy a leerlo o voy a echarme a llorar en la parte más alta, más visible de la nave central? Declino la propuesta. No estoy preparada […]. El cura elige un pasaje sin sentido […]. Y mi rabia por tener que escuchar ese panfleto en su ceremonia de despedida. […]
Cuando al final de la misa la multitud comienza a acercarse para darme el pésame, me siento absolutamente incapaz de recibir de golpe todas esas caras. Una señora que no puedo reconocer me pone su mano en el pecho y con cara lastimosa comienza a repetir: «Pobre niña, qué pena de niña».
Sara Torres, Lo que hay
el hecho principal de mi vida
desde que leí a kate zambreno me pregunto obsesivamente (de la misma forma en que hago casi todo) cuál es el hecho principal de mi vida. de forma instintiva pienso que la muerte de mi hermano: hay desde luego un antes y un después.
el antes se me hace lejano y siento que los recuerdos no me pertenecen. como si una amiga íntima me hubiera contado anécdotas de su vida antes de mi y yo la hubiera imaginado y memorizado añadiendo algún que otro detalle. pero ella no soy yo, y la suya no es mi historia.
el después, que es el ahora, se siente más real pero también incompleto. siempre falta algo: el pasado, la memoria, la niñez. como si me hubieran depositado en el planeta tierra con 27 años y ningún hermano.
Leí en una biografía del artista visionario Henry Darger:
El hecho principal de su vida fue que su madre murió cuando él era joven.
El hecho principal de su vida.
El hecho principal de mi vida es que mi madre está muerta.
Soy una histérica de Charcot: Ya que insistes en saberlo, mi madre está muerta.
La historia de mi vida es La historia de la vida de mi madre. Ambas son una autobiografía compulsiva, una historia imposible. Cajas llenas de recortes, de borradores, de intentos.
- Mi libro madre, mi libro monstruo, Kate Zambreno
las dos carlotas, la de antes y la de ahora, luchan cuando surge alguna conversación con alguien que no conoce el hecho principal de mi vida. si gana la de antes, comparto por encima mi historia sin darle demasiada importancia (nadie quiere compasión). si gana la de después, finjo ser hija única (y todo se llena de culpa).
redecorar mi habitación
últimamente reflexiono bastante acerca de las formas que tenemos de cuidar. sobre qué tipo de cuidados sé dar y también qué tipo de cuidados me permito recibir. es interesante porque creo que ninguna de las dos cosas se me da especialmente bien, me pregunto por qué y si estarán relacionadas.
me parece que mi forma de cuidar es estar siempre presente, servir de conector, organizar al grupo, coordinar gestiones. mi amiga claudia siempre bromea con que si no fuera por mi habría perdido ya a la mitad de los amigos que tenemos en común. mi manera de cuidarla es recordarle fechas importantes, mantenerla al día de nuestros ires y venires y pedirle dinero para comprar regalos de cumpleaños.
supongo que la forma de cuidar de mi también es estar siempre presente. escuchar mis bucles obsesivos infinitos, ayudarme a descifrar todos los futuros posibles que cada una de mis decisiones puede acarrear, y acompañarme a hacer cosas que me da ansiedad hacer.
pero también crear espacios que me permitan ser con todas sus consecuencias. esto a veces implica cosas más prácticas como redecorar mi habitación para ayudarme a atravesar un duelo, cuidar de mi perra para que yo pueda viajar o traerme desayuno a casa cuando una crisis de ansiedad me coge por sorpresa.
But this time was different. This time he’d picked a recipe for me to make myself, chopped everything in advance, then texted me the link for when I got hungry that night.
el rincón donde crecen las plantas de mi madre
hay un rincón en casa de mi madre donde las plantas crecen de una forma especial. ella se pregunta qué será lo que tiene de particular esa encimera con vistas a un patio interior donde la vida se abre paso entre la ropa limpia y los fogones.
quizás sea la luz, o la temperatura, o la humedad - y bromea -, o quizás es porque les hablo y las animo -.
yo, que me lamento de vivir sin raíces, entiendo que la única diferencia entre su rincón y el mío son los cuidados de mi madre. yo, que también he tenido la suerte de criarme y florecer entre sus palabras.
Precioso, Carlota, me ha tocado el corazón, gracias 💙 M.