me gustaría empezar la carta de hoy dejando por escrito mi plan mensual para la newsletter este año, para que los nuevos y los de siempre sepáis qué esperar (y yo tenga algo a lo que agarrarme).
si estáis suscritos, cada sábado recibiréis en vuestro buzón de correo electrónico un email con la carta semanal. el primer sábado de cada mes invitaré a alguien a escribir en la habitación compartida, y el último continuaré con la serie de algunas ideas, en que me doy permiso para escribir puro flujo de pensamiento sin tener claro a dónde me va a llevar. hoy es el último sábado del mes más largo del año (o por lo menos lo parece), así que allá vamos.
lo que realmente les salvó la vida fue la fe
"Mi fe, lo siento Numa, no está en tu Dios. Porque ese Dios me dice lo que tengo que hacer en mi casa, pero no me dice lo que tengo que hacer en la montaña. Yo creo en otro Dios. Creo en el Dios que tiene Roberto en la cabeza cuando viene a curarme las heridas, en el Dios que tiene Nando en las piernas para salir a caminar sin condiciones, en las manos de Daniel cuando corta la carne. Y Fito cuando la reparte sin decirnos a qué amigo perteneció, y así podamos comerla sin tener que recordar su mirada."
ayer vi esta película que no tenía ninguna gana de ver porque no me gustan especialmente las catástrofes de ningún tipo, y puedo decir tranquilamente que estoy obsesionada con la historia. no dejo de pensar en la fortaleza del cuerpo humano, en el instinto de supervivencia animal, en el poder de la comunidad. pero sobre todo no dejo de pensar en la fe: aquello no fue un acto de supervivencia, fue un acto de fe. lo que realmente les salvó la vida fue la fe.
sabe dios que yo el día dos sin atisbo de rescate inminente hubiera deseado morirme con mucha más fuerza de la que hubiera encontrado para intentar seguir viviendo. pero imaginemos por un segundo que no, que hubiera conseguido conectar con algo superior a mí y a mi raciocinio que me hubiera dicho: espera, aguanta un poco más, hay algo al otro lado de la espera. pues ese halo de esperanza mínima hubiera desaparecido de un plumazo el día once, cuando escuchan por la radio que ya nadie los está buscando y que están solos en el mundo.
es evidente que las condiciones en que los supervivientes se encontraron fueron absolutamente extremas y que nadie que no estuviera allí puede llegar a entenderlo. pero hay algo que me dice que el acto de fe que ellos hicieron para salir a escalar en busca de ayuda no es tan diferente del que nosotros hacemos todas las mañanas para salir de la cama y emprender el día.
quiero decir que tanto allí como aquí hace falta fe para querer seguir viviendo. me pregunto entonces: ¿dónde tengo depositada la mía? en ese ejercicio me encuentro con que me llegan rápidamente a la mente imágenes muy nítidas - el amor de mi madre, la ternura de mi perra, mi capacidad para dejarme sorprender, la valentía de mi hermano, los puentes que tiende esta newsletter, los cuidados de mis amigos, el club de lectura, mi disposición para seguir creando, el mar, la buena noticia del final del telediario, sofía.
definitivamente me he unido al club
nunca me ha gustado hacer deporte. aún siendo bastante pequeña desarrollé una especie de complejo de niña asmática que me ha acompañado toda la vida: yo era la que se apuntaba a ajedrez y no a volleyball por miedo a ahogarme, llevaba justificantes al colegio para no hacer las pruebas de cooper y sacaba las peores notas en educación física. a día de hoy esto se traduce en: no subir por las escaleras si sé que son más de tres tramos - de nuevo por miedo a ahogarme -, ir con el respirín a todas partes y negarme a exponer mi falta rotunda de práctica en cualquier entorno público (como puede ser un gimnasio).
por eso puedo notar cómo sube la rabia por mi cuerpo cuando alguien me dice: no seas boba, yo también lo odiaba, pero después empecé a correr siete kilómetros a las seis de la mañana todos los días (también los fines de semana, eh) y me ha cambiado la vida. me declaro totalmente en contra de este discurso, no todos tenemos que salir a correr siete kilómetros.
sí estoy a favor, en cambio, de que cada uno busque y encuentre la forma de poner su cuerpo en movimiento sin sentir que la tierra se va a abrir bajo sus pies. hasta hace no mucho tiempo esto me parecía imposible para mí, pero después encontré el pilates (¿diciendo esto me he unido al club de los runners madrugadores?) - sí, ya lo sé, el pilates puede parecer dudosamente un deporte a no ser que tengas más de 70 años y te hayas roto la cadera por lo menos una vez. pero a mí me ha cambiado la vida (definitivamente me he unido al club).
hay algo en esos ejercicios tan profundos de respiración y estiramiento que te conecta irremediablemente con el cuerpo y te ayuda a ordenarlo. salgo siempre de clases como si me hubiera masajeado cada músculo, cada extremidad con cariño y cuidado. el pilates me da sensación de presencia, me invita a prestar atención. durante una hora no existe nada más que mi cuerpo vivo y mi mente tranquila. así que no seas boba, yo también lo odiaba, es cuestión de encontrar tu elemento.
las minúsculas solo por moda
hace un par de semanas estaba leyendo a
en Cosas que me gustan/Cosas que no me gustan cuando de repente sentí una bofetada de vergüenza en la cara. leticia escribe entre su lista de cosas que no le gustan: las minúsculas solo por moda. me pregunté si escribo en minúsculas solo por moda, y como no encontré una respuesta clara lo dejé pasar.unos días después de aquello, en una videollamada con
, me preguntó: ¿por qué no utilizas mayúsculas? no era un juicio, era curiosidad genuina. otra vez me vi expuesta a la misma pregunta: ¿por qué escribo en minúsculas?, ¿fue una decisión consciente?, ¿hay algún statement detrás de esta fachada?más tarde, en una conversación por instagram con mi amigo migue, me dijo: o bueno, como te gusta a ti hacer, debería poner alguno de esos verbos en plural sin cambiar el singular del sustantivo. ¡es verdad, hace años que no creo en algunas normas del lenguaje! por ejemplo, la norma a la que se refiere migue - ¿por qué no puedo decir me encantamos, que no es lo mismo que me encanta como somos o me encanta como salimos en esta foto o me encanta lo que ocurre cuando estamos juntos? y más importante, ¿por qué voy a dejar que un límite del lenguaje gramatical formal limite también mi capacidad de pensar precisamente lo que quiero pensar y decir precisamente lo que quiero decir?
hoy, al empezar a escribir esta carta, he vuelto al artículo de leticia para encontrarme por sorpresa con el siguiente elemento de su lista de cosas que no le gustan (y que en una primera lectura había obviado por completo): asociar el oficio de escribir a no hacer faltas de ortografía. siento alivio y me agarro a ese permiso para seguir con mi discurso y concluir que detrás de la estética minúscula y arbitraria de este blog hay una bandera contra los límites de la norma.
Brillante reflexión, Carlota. 🥹 De hecho, significa que el motivo detrás de tus minúsculas son lo opuesto al “por moda” ❤️
Me encantamos y me ha encantadísimo esta carta 💌